Ana Rosario: Cuando la Música te Agarra

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Egresada y maestra de canto desde hace dieciocho años de la escuela Libre de Música en Hato Rey. Ana Rosario no recuerda ningún momento en su vida en el que cantar no fuera una de sus tareas principales en su día a día. “[D]espués de seis años en la libre de música eso ya está ahí. Tú no escoges la música, la música te escoge a ti. Te va a agarrar”.

La menor de cuatro hermanos, quien comenzó entrenando su voz en el espacio de la Iglesia donde se crio y de la mano de la misionera Mrs. Gladys, logró entrar al recinto de Río Piedras por sus destrezas en el coro. Estudiando en la Facultad de Ciencias Naturales con la intención de convertirse en dentista, se dio cuenta que prefería seguir por la línea musical.

Anita habla de los boleros de Polito Galindes, pero fuera de eso, es la primera músico de su núcleo familiar directo en llevar al plano profesional sus talentos musicales. Lo que empezó con una imitación a Lucecita Benítez frente al televisor a sus cuatro años, es hoy una carrera en teatro musical, un bachillerato en Artes de la Educación con concentración en Música Vocal de la Universidad de Puerto Rico, un segundo bachillerato en Performance de Voz en el Conservatorio de Música y una maestría en educación musical allí mismo.

Comenzó como maestra de fundamentos y clases conferenciales y técnicas. La vida le dio la bendición de sustituir a quien fue su maestro de coro y uno de sus mentores, el maestro Angel Matos, en el año 2006. Desde ahí tuvo la oportunidad de viajar con el Coro de Conciertos al Dynamic music Fest, donde ganaron el primer lugar, y a Italia, en donde ganaron oro y bronce. Estos son todos viajes que se logran a través de la colaboración de las madres y padres; dispuestos a trabajar por los logros y las experiencias de sus hijas e hijos en un país donde la legislatura no le presta prioridad a estas oportunidades.

Sobre la música puertorriqueña, “[E]s bien difícil. Es bien rica, tiene cambios de tonos y de métricas, progresiones de sonido”. La soprano se preocupa por que la polifonía hoy le cuesta más trabajo cuando imparte su clase. Es más fácil confundir melodía con ritmo y los jóvenes no están cantando. Sobre esto, el verdadero problema nace en el elitismo de la educación musical y su poca exposición a la masa popular.

“[D]eberíamos tener la habilidad de capacitar una industria con mucha mejor salida a lo popular y que la música puertorriqueña tenga un papel más protagónico. Cuando vas a Austria, lo que tocan es música folklórica. Es un problema de racismo. Es completamente elitista. La música puertorriqueña es mestiza, porque nosotros somos mestizos. Unos más negros, otros más blancos, ¿who cares? La música de acá tiene más tambores, pero cuando escuchas la música de la montaña tiene sus tamborcitos también”.

Presenciar un ensayo del coro de Anita es “parapelos”. Mientras su coro de estudiantes, entre las edades de doce a diecisiete años, entonaban su voz acoplados con gran armonía, a mí se me caía la quijada de asombro sin poder emitir sonido alguno. El amor por la música que le inculcó su padre es evidente en su dedicación con sus estudiantes.  “[H]ay tanta gente frustrada en la vida porque no hacen lo que corre en su naturaleza. Lo dice alguien que trató de salirse de la corriente. Habría gente más feliz”. Gracias a la música, que siempre la agarró.

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