Por: Teresa Cardona
Para Sebastián Otero, estudiante boricua del bachillerato de Etnomusicología de Brown University , la música va más allá de la composición, la teoría y su historia; está intrínsecamente ligada a la cultura y para aprender de cualquiera de las dos, debes conocer de la otra. Violinista desde los cuatro años, bombero desde los diez y compositor desde los dieciséis. “El violín no está en primer plano, pero está”, me advirtió con entonación cuando le pregunté si había cambiado el violín por la guitarra. Entendí que esto de la música para Seba es un proyecto de vida y reconocer su versatilidad es un boleto de entrada a un sinnúmero de culturas que, como él mismo mencionó, conducentes a reconocer su propia puertorriqueñidad.
El atlas musical en la vida de Otero se trata muchas veces de saber cuándo abrir y cerrar el estuche del violín. Comienza con su primera maestra de violín Gisela García Casillas, pasando por Tamboricua y la bomba, retomar el violín con los hermanos Arnaldo y Paquitín Figueroa y su mentor Juan Carlos Vega, tecladista y director del coro de su escuela, quien le brinda la experiencia de dirigir y pulirse en el teclado, y de quien dice “mucho de lo que soy ahora se lo debo a él”. Cuba es otro punto importante en su mapa. Se reconoce como uno de los pocos latinos en el Departamento de Música de Brown University y de ahí el entusiasmo de acercarse a los estudios latinoamericanos y del Caribe. Cree que “no hay una sola forma de vivir la identidad puertorriqueña”, tema que trabaja en la canción que compuso con Francis Torres para el Especial del Banco Popular 2016, El Viejo de San Juan.
A Seba le sobran ganas y le faltan miedos. Aprender de culturas, tanto como de instrumentos. Aprender a arrancar en fa, fuera del violín, y redescubrirse entre otros géneros musicales.